Publicado el 28 de febrero de 2019
La diseñadora guatemalteca Elena Amato ha creado láminas de celulosa bacteriana con cualidades similares al papel como una alternativa sostenible al empaque de plástico utilizado en los productos de cuidado personal.
Las láminas de celulosa bacteriana se desarrollaron utilizando una mezcla de agua y un cultivo de bacterias y levaduras (scoby), que se mezclan entre sí antes de extenderse sobre una superficie plana y lisa y se dejan secar.
El material de celulosa bacteriana seco puede pegarse con agua, eliminando la necesidad de usar pegamentos u otros adhesivos al sellar el embalaje.
Pigmentos naturales como la espirulina, hibiscus, azafrán y carbón se agregaron a la mezcla durante el proceso de mezcla para lograr diferentes colores.
Hecho de recursos renovables, el material también crece rápidamente, además de ser completamente compostable y vegano.
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"En la actualidad, nuestra economía funciona principalmente en un sistema lineal e insostenible de 'tomar - hacer - disponer'", explicó el graduado de diseño con sede en Brasil.
"En contraste con ese sistema, la economía circular sugiere que los materiales deben fluir en sistemas integrados y regenerativos como nutrientes técnicos y biológicos, manteniendo su valor".
En lugar de cultivar y cultivar el scoby desde cero, Amato utiliza restos residuales de los productores locales de Kombucha, una bebida fermentada hecha de té azucarado y scoby.
De acuerdo con los principios de una economía circular, Amato se propuso crear un embalaje ecológico con materiales que "fluyan en bucles integrados y regenerativos".
La capa interna del diseño de Amato es el producto de cuidado personal, como crema facial, desodorante o arcilla facial. La segunda capa es un contenedor tipo cápsula hecho de jabón natural sólido, que se utiliza para almacenar el producto natural en el interior.
"Desembalar y usar el producto imita el hecho de pelar y consumir una fruta, y le aporta una sensación natural", explicó el diseñador. "Esta idea fue inspirada por el concepto 'desempaquetar menos, pelar más'".
La tercera capa externa es la lámina hecha de celulosa bacteriana y se utiliza para proteger el contenedor de jabón que se encuentra debajo, al tiempo que muestra la información de marca del producto.
"Después de retirar el envoltorio, el cliente puede disfrutar del producto cremoso. Cuando el recipiente esté vacío, la base y la tapa se utilizarán como jabones en barra, al igual que el jugo y la pulpa de una fruta pueden utilizarse completamente", continuó.
Las hojas resultantes son un material con características que Amato describe como en algún lugar entre el papel y el plástico.
Además de estas cualidades, el proceso de fabricación de baja tecnología tiene un nivel mínimo de consumo de energía, y Amato prevé que se realice localmente para generar empleos en el área, además de eliminar la necesidad de transportar materias primas desde muy lejos.
Diseñó su concepto de empaque para tener tres capas e imitar el sistema de empaque natural que se encuentra en las capas estructurales de una pieza de fruta, compuesta por jugo, pulpa y una cáscara externa.
Amato es solo uno de los muchos diseñadores que experimentan con cultivos bacterianos para crear alternativas sostenibles al plástico. Emma Sicher, por ejemplo, fermentó scoby con sobras de frutas y vegetales para crear envases desechables, mientras que Roza Janusz usó scoby para crear un envase para alimentos que se puede comer después del uso o hacer un compost.